domingo, 7 de marzo de 2010

PARA CHILE, 1977



Era una tierra donde las mentes con alas
podían posarse.
De plata andina, cegadora, la Cruz del Sur
y la larga orilla de oro martillada por el Pacífico
hasta la transparencia, hasta desvanecerse
en la Antártida–
                                 eso, sí:
           pero no por eso
nuestras mentes volaron,

sino porque sabían
que allí los pobres cantaban
y los sin techo
construían
y los oprimidos
bailaban.

¡Qué poco duró ese tiempo
cuando Chile nos enseñó a celebrar!
Qué pronto llegaron
los verdugos, haciendo víctimas
de los que no nacieron para ser víctimas.

La garganta de los cantantes
ahogadas en el silencio,
las manos de los constructores
aplastadas,
los bailarines empujados
en un corral.
                      
                         ¡Qué pocas son
sobre el planeta,
de polo a polo, las tierras
donde nuestras mentes pueden apearse y gozar,
batiendo alas, como una bandada de Fénix!

Asustadas, vuelan de Chile,  
ahora que un humo inicuo
se alza del bosque y la ciudad
calcinadas las esperanzas.

¿Cuándo volverán a sonar los martillos alegres?
¿Cuándo volverán a bailar los desventurados?
¿Cuándo las guitarras
resucitadas por dedos rotos,
voverán a emitir
un renacido canto de revolución? 



(De “Poems 1972-1982”,
New Directions Publishing Corporation, 2001)



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